En 2003, en plena invasión norteamericana de Irak, tres leones escaparon del zoológico de la capital. Esta anécdota real sirvió de inspiración a Brian K. Vaughan para su novela gráfica 'Los leones de Bagdad', publicada en español en 2007 por Planeta y que ahora ECC ha rescatado con acierto.
Vaughan es un guionista al que el tema de la familia le interesa particularmente. Lo ha explotado en profundidad en su última y exitosa serie, 'Saga' (de la que os hemos hablado en Papel en Blanco), pero estaba ya presente en cómics anteriores como 'Y, el último hombre' (que reflexionaba también sobre los roles de género y las relaciones entre sexos), su etapa en 'La cosa del pantano' (centrando el protagonismo en la hija de Alec Holland) o en la que hoy analizamos.
'Los leones de Bagdad' funciona como una fábula clásica, en la que los protagonistas son animales que se comportan como seres humanos. Estos no aparecen hasta el mismo final de la obra, aunque tienen un papel importante. Es fácil establecer un paralelismo con otra obra de animales cercana en su espíritu, 'Rebelión en la granja' de Orwell, puesto que sus protagonistas tienen una lectura simbólica.
En la obra, estos protagonistas son cuatro leones (tres adultos y un cachorro), que un buen día, y a pesar de haber discutido ya con anterioridad con otros animales una posible huida del zoo, se ven libres gracias a los bombardeos aliados sobre Bagdad. Pero, ¿qué es la libertad? ¿Qué representa para el individuo, qué cuesta, cuánto estamos dispuestos a sacrificar en aras de conseguirla? Esta es la principal reflexión de Vaughan, además de tratar sobre una familia que trata de seguir adelante en unas circunstancias extraordinarias.
En los paratextos de la edición, el guionista confiesa que no pretende ser antiestadounidense en su relato. Pero uno no puede evitar leer cierto posicionamiento en el hecho de que el conflicto entre los leones, es decir, un conflicto interno, se ve roto, tanto al inicio como al final de la obra, por una intervención externa, que es la que Vaughan dice no criticar.
El final, que obviamente no rebelaremos, es muy impactante para el lector y demuestra que Vaughan no titubea en cuanto a mostrarse acorde con su desarrollo. No siente la necesidad de ser complaciente, porque estamos ante un tema difícil que necesitaba un cierre coherente. En las notas posteriores a la obra, comenta el guionista que jugaba con la posibilidad de otro final, pero creo que Vaughan acierta con el que finalmente utilizó.
Además del desarrollo de dicho tema, Vaughan destaca por dos elementos narrativos: por una parte, los brillantes diálogos, llenos de ironía, humor o gravedad cuando estos lo requieren; y por otra, el inteligente uso de los cliffhangers o ganchos, que se solucionan de forma impactante con una gran viñeta al girar la página.
Otro de los elementos destacables de la obra es el dibujante Henrichon. Impecable en su acabado, intenta encontrar un diseño de personajes que se aleje del típico de las películas Disney protagonizadas por animales. Su estilo realista consigue algo complicado: dotar de seriedad y trascendencia algo que podría haber parecido liviano y trivial.
En 'Los leones de Bagdad', Vaughan demuestra por qué es uno de los grandes guionistas norteamericanos actuales. Encuentra el espacio en la novela gráfica mainstream para reflexionar sobre temas como la libertad o la guerra, y en menor medida, el papel de los medios de comunicación o la relativización del dolor ajeno. Una lectura dura pero que recompensa a su lector.
'Los leones de Bagdad'
Brian K. Vaughan y Niko Henrinchon
ECC, 2015.
Rústica, color. 168 pgs. 15,50€
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